Hubo un tiempo en el que el territorio hispano se encontraba dividido en dos partes muy diferenciadas: la cristiana y la islámica. La tierra de los reinos cristianos estaba situada en la zona más septentrional de la península y sus ejércitos se abrían paso con cada batalla hacia los soñados campos del sur. Sin embargo, el políticamente cuarteado territorio andalusí estaba situado en la zona más meridional y se replegaba hacia África con cada zarpazo que los caballeros del norte daban en nombre de su dios y de la reconquista.
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